Este último mes ha sido triste y duro, nos ha dejado el abuelo Paco, el «abuelo pato» como le llamaba Lucía cuando era más pequeña, el abuelo de Cádiz.
Cuando conocí a mi suegro enseguida me recordó a mi abuelo, un hombre tímido y más bien callado pero con un sentido del humor interno que dejaba entrever a quien él quería y cuando él quería. Hombre de pocas palabras y miradas cómplices, sonrisas escondidas detrás de un periódico cuando «su niña Lucía» hacía o decía algo gracioso. Por compartir compartía hasta el nombre con mi abuelo.